La Sierra Norte de Guadalajara está lleno de rincones, pueblos espectaculares, museos, historia, lugares, fiestas, artesanía, eventos,… que te invitamos a descubir.
El abandono de los medios tradicionales de labranza y transporte provocó la desaparición de artesanos que los proveían: albarderos (arreos para animales de carga), cordeleros (cuerdas y sogas) y guarnicioneros (artículos de cuero para las caballerías). A veces el mismo artesano ejercia varías funciones, según el encargo y /o necesidad.
Los había en todas las poblaciones importantes (Sigüenza, Jadraque, Atienza, …) y subsistieron hasta los años 60. Hoy solo queda un artesano en Campillo de Ranas que confecciona y repara artículos de piel para hípica y deporte.
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La Sierra Norte de Guadalajara, como zona ganadera, tiene una larga tradición en la artesanía de la piel. Los pastores curtían las pieles de su rebaño en el monte, con técnicas rudimentarias y elementos que tenían a mano (con sal, cenizas, raiz de carrasca,…). Hacían chalecos, polainas, peales, zurrones, …
En el siglo XVIII, hubo talleres en Cogolludo, Atienza y Sigüenza que trabajaban, suelas, cordobanes y badanas, mientras Tamajón se especializó en la piel de cabra. La decadencia del siglo XIX y despoblación mermaron el oficio.
Hoy nos queda un artesano en Roblelacasa (Campillo de Ranas) que realiza trabajos en piel y un botero en Sigüenza, de larga trayectoria y prestigio.
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Los caldereros trabajaban el hierro y el cobre, confeccionando braseros, calentadores, cazos, sartenes, calderos, … La instalación más importante estaba en Somolinos, donde había un taller cuyo martinete estaba movído por el agua del río Bornova; hubo otro en Sigüenza. Hoy ambos desaparecidos.
Los lañeros recorrían la Sierra recomponiendo las tinajas para aceite, vino y grano con lañas de hierro (se ven en Puebla de Valles). Talleres de hojalata hubo en Atienza, Gascueña, Tortuero, Tamajon y Siguenza. Realizaban candiles, embudos, flaneros, juguetes, moldes, ….
Hoy estos oficios están perdidos, pero otros están en auge. En Siguenza tenemos un cincelador de enorme prestigio por sus magníficos trabajos.
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La pobreza hacía que cada familia fabricase los (escasos) juguetes de sus hijos. Las madres hacían muñecas con saquitos de tela rellenos de paja (o trapos) atados con hilos para crear cabeza, pies y brazos. Los padres tallaban figuras de madera a navaja que regalaban en fiestas ycumpleaños.
El pastor en el monte decoraba a punta de navajas cuernos y garrotes; tallaba figuras y flautas de caña para los niños. Tambien se hacían en casa castañuelas, ruecas, palillos para calceta, … Mención especial merece El Mere, un artesano ya fallecido, que realizaba cahiporras y caretas de botargas de gran belleza, que hoy están en el Museo de Arbancón. La tradición no está perdida: un taller fabrica juguetes y regalos infantiles en Campillo de Ranas
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Antaño había una cierta especialización en el trabajo de la madera. Aldeanueva y Galve de Sorbe hacian vigas para la construcción, Almiruete elementos para coches y carros, Albendiego asientos y taburetes. Los Condemios, Campisábalos y Somolinos muebles ordinarios para casa y cocina, …
Atienza, Cantalojas y otros pueblos serranos fabricaban aperos de labranza y elementos para el transporte. Hoy estos oficios artesanales han desaparecido, aunque nos han dejado algo de su experiencia. En Sigüenza
hay una empresa que sigue trabajando la madera de forma artesanal, adaptada a los nuevos tiempos.
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Cada familia obtenía los adobes que necesitaba. La evolución natural del adobe, el ladrillo, requería cierta cualificación, al igual que la teja; así surgieron artesanos que fabricaban ambos. Hubo un tejar en la laguna de Tamajón y tejeros ambulantes que se instalaban por temporada en un lugar adecuado (el Navajo de Las Casas en Puebla de Valles y el Charco de los Galápagos en Valdepeñas de la Sierra).
En Sigúenza se fabricaban losas blancas con cenefas azul y naranja hasta finales del siglo XIX, siendo la única que se recuerda. Quizás porque aqui el suelo y los interiores no se tocaban, si eran de piedra y/o adobe; como mucho se encalaban las paredes. Había caleras en la mayoría de los pueblos, visibles en Cogolludo.
Hoy disfrutamos de un alfar en Pozancos (Sigüenza) que realiza figuras decoradas, piezas esmaltadas, murales y reproducciones de motivos románicos y medievales.
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Aunque se conocen algunos alfares con idiosincrasia propia (los cántaros de Valdepeñas tenían fama; Sigüenza tiene un calle alfarería y Cogolludo barrio alfarero), el pueblo alfarero por excelencia era Zarzuela de Jadraque (hasta hace unos años de las Ollas), siendo el más arcaico por instrumentos y técnica, inalterables durante siglos.
El alfar estaba dentro de la casa, en la cocina, donde había una pila encastrada, una losa de pizarra y una tosca rueda (que movida con la mano hacía de torno). Los hombres combinaban este oficio con las faenas del campo. Utilizaban dos tipos de tierra (la tiesa y la floja) que extraían con azadas y transportaban en burro hasta su casa. En verano recorrían los pueblos serranos, en rutas establecidas, con una caballería cargada con cántaros y ollas protegidos con redes y paja.
La Asociación Cultural Los Castillejos ha recuperado el oficio y organiza cada verano talleres en los que se enseña la tradición y la técnica (va por la XIV edición)
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Hay datos de artesanos y trabajos textiles en la Sierra Norte desde la Edad Media, dado su fuerte carácter ganadero. Agujas, telares y batanes utilizaron la misma técnica, prácticamente hasta su desaparición en el siglo pasado. A mano y agujas se hacían calcetines polainas, toquillas, jersey, refajos, gorros, …
De los telares salían fajas, sacos, talegas, alforjas, mantas de trapos, … Hubo telares en Palmaces, Almiruete, Aldeanueva, Alcorlo, Galve, Somolinos, Bustares, Albendiego, Majaelrayo y Atienza, Campillo de Ranas, La Huerce y Siguenza.
De los batanes, que apretaban más los hilos, salían mantas de campo, de caballerías, de cama (blanquetas), bufandas, …Son recordados en Valverde de los Arroyos, y Atienza. Hoy ambos son un recuerdo; pueden verse en los museos (etnológico de Valverde de los Arroyos y Posada del Cordón de Atienza)
Tradicionalmente en la Sierra, cada familia tenía sus colmenas para consumo propio, vendiendo los excedentes. Por ello cada apicultor fabricaba lo que necesitaba. Desde colmenas (tronco hueco de chopo tapado por una laja) hasta los utensilios necesarios para el manejo de las abejas y la recolección de la miel.
También se recolectaba cera (se vendía al cerero a cambio de velas), polen, jalea real, … Con el agua resultante de lavar los cuadros de las colmenas, fermentada, se hacía aguamiel; se fabricaban postres (miel con nueces) y arrope (miel con cidra, calabaza,…) para la familia.
Afortunadamente la tradición de la miel continua en muchos pueblos serranos, aunque a menor escala. Hoy tenemos dos afamados apicultores en Sigüenza, que ofrecen estos productos tradicionales y de otros más acordes con los tiempos (cosméticos, caramelos, licor, …)
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En familia se fabricaban dulces para fiestas y grandes ocasiones: tortas de manteca, rosquillas, magdalenas, bizcochos, … Solo había obradores en las panaderías de las grandes poblaciones (Jadraque, Sigüenza, Cogolludo, …) que producían caramelos, piruletas, calabaza en dulce, … además de pan, bizcochos y pastas.
Mención aparte merece el chocolate. Hubo talleres y chocolateros en Sigüenza (3 maestros en el siglo XVIII) ya desaparecidos. Aunque no tenemos constancia, suponemos que también los hubo en Cogolludo. Una de sus fiestas más emblemáticas es “Los Chocolateros” que se celebra el Miércoles de Ceniza.
El pan de anís (caridades) que repartían ayuntamientos y hermandades en las fiestas; solía hacerse en los hornos del pueblo (aún se conservan los de Zarzuela de Galve, Las Navas de jadraque y Almiruete entre otros). La tradición continua y estos productos se encuentran en las panaderías de la Sierra Norte. Son famosos los bollos preñaos de Tamajón y las empanadas dulces de Cogolludo.
Con productos silvestres (moras) y frutas (higos, manzanas, peras, cerezas,..) las mujeres preparaban mermeladas y compotas para la familia, vendiendo los excedentes (lo siguen haciéndolo en algunos lugares ). Con los productos del huerto (tomates, pimientos, berenjenas, …) y otros silvestres (boletus, setas de cardo, níscalos, collejas) preparaban conservas para el resto del año.
Bodegas excavadas en la tierra y en la roca son visibles en la Sierra, señal inequívoca de que aquí se hacía vino (los mensarios románicos de Campisábalos y Beleña de Sorbe, donde septiembre esta representado por la vendimia dan fe). Hoy solo quedan las Bodegas Rionegro en Cogolludo y algunos serranos que lo hacen (en pequeñas cantidades) para consumo propio; en La Toba lo están intentando.
El queso se fabricaba para la casa, vendiendo los excedentes. En cada pueblo según ganado y tradición: en Prádena de Atienza de cabra y en Cantalojas de vaca.
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Los nuevos tiempos han traído artesanías nuevas, muy entroncadas con la tierra y a las que auguramos un excelente futuro.
La pizarra forma parte del paisaje y de nuestros pueblos. En algunos sus edificios están totalmente hechos de pizarra, en otros la utilizaban en tejados y en los menos en suelo. Algunos pastores dibujaban en lajas de pizarra para matar el tiempo. Ahora un artesano serrano talla la pizarra creando auténticas obras de arte (como el callejero de Campillo de Ranas).
La Edad Media fue crucial en el desarrollo de la Sierra Norte y nos dejó espectaculares obras de arte. Ahora un taller artesano de Sigüenza se ha especializado en la reproducción de pintura medieval de los períodos Pre-románico y Románico español (siglos VIII a XIII). El taller se complementa con una tienda temática de artesanía medieval.
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