Al norte de la provincia de Guadalajara, y limítrofe con las provincias de Madrid, Segovia y Soria, se encuentra la denominada SIERRA NORTE DE GUADALAJARA. Aquí te descubriremos todo lo esencial.
Las primeras tierras de la Sierra Norte afloraron hace más 500 M. años (periodo Precámbrico), donde puede observarse toda la serie geológica; las rocas más antiguas (granitos) están al oeste. De la era paleozoica (440-208 M. años) hay una extensa área que se extiende de oeste a este según 3 grandes ejes de plegamiento hercínico (Montañas del Alto Jarama, Alto Sorbe y Pelagallinas), con abundancia de gneis, micacitas y pizarras cristalinas, alternando con cuarcitas y conglomerados.
El Mesozoico (208-5,4 M. años) toma el relevo hacia el este, abrazando por el norte y el sur el área paleozoica. Formaciones al norte de la Sierra del Altorey y Sierra Ministra, con bandas de conglomerados, calizas tableadas, estratos de margas arcillas y yesos, así como afloramientos de calizas, que muestran fuerte inclinación y/o yacen horizontales son de esta época: muelas, hondonadas, parameras, bancos de areniscas y la red hidrográfica.
En la era Terciara (5,4-1,6 M. años) el terreno calizo se asentó y se definieron los accidentes geográficos, configurándose la red fluvial y los macizos kársticos. Así surgieron cuevas, cárcavas, cañones y barrancos al igual que campiñas, rañas y cárcavas, que se fueron modelando progresivamente con la erosión.
En la era Cuaternaria (1,6 M. años actual) finalizó el proceso de encajonamiento de arroyos y relleno con sedimentos. Las alternancias climáticas a mediados del periodo provocaron violentos fenómenos de riadas de tierra y piedras que completaron el relleno, formándose extensas terrazas fluviales y zonas de cultivo. La erosión por nieve y deshielo, los cambios climáticos, y la mano del hombre (120.000 años a.c,) han dado los últimos toques al mapa geológico de esta bella comarca (mapa cortesía de ADEL Sierra Norte).
El mapa de la comarca (cortesía de Adel Sierra Norte) comprende tres zonas bien definidas: Sierra, Campiñas y rañas, parameras y alcarrias.
Al Sur se sitúan rañas (depósitos de detritus de arcilla y cuarcita), cerros de sedimentos de suave pendiente (que no superan 1.000 mts de altura), y terrazas fluviales que escalonan el territorio hasta las vegas fértiles de los ríos. Al Nordeste tenemos parameras y alcarrias, tierras duras, expuestas a los vientos, que han sufrido una erosión severa. Así se ha conformado un paisaje de lomas, rellanos y valles abiertos (la Sierra de la Muela y el P.N. Barranco del Rio Dulce son excepciones).
La Sierra propiamente dicha (un 70% del territorio, incluido el Parque Natural) se extiende de Oeste a Este, desde el Macizo del Pico del Lobo (2.272 mts) hasta Sierra Ministra (1.200 mts) donde confluyen el Sistema Central y el Ibérico. Al norte y en el interior sierras de altura media (Pela, Bulejo, Miedes, Pila, Gorda, Concha, La Bodera); en el centro El Ocejón (el Fujiyama de Guadalajara, porque se ve desde cualquier punto) y el Altorey, lugar mágico preñado de leyendas.
Esta singular geografía se vertebra con el rio Jarama y sus afluentes que fluyen de norte a sur: de este a oeste los ríos Dulce, Henares, Salado, Cañamares, Bornova y Sorbe, que aportan cada año 430 Hms a la cuenca del Tajo. El Lozoya, durante unos pocos kms actúa de límite con Madrid y apenas aporta caudal.
Los pantanos Atance, Pálmaces, Alcorlo, Beleña (agua para el corredor del Henares) y El Vado (para la Comunidad de Madrid), con una capacidad superior a 400 Hms, completan la vertebración del territorio, creando paisajes y ecosistemas desconocidos hasta mediados del siglo XX.
El macizo del Pico del Lobo (Sierra de Ayllón) actúa de pantalla, condesando los vientos templados y húmedos del suroeste (ábregos). Las borrascas que vienen del Atlántico descargan y van perdiendo fuerza en su camino hacia el este; cuando llegan a las Sierras de Pila apenas aportan lluvia.
En las cumbres del macizo se superan los 1.000 mls anuales, y se produce un progresivo descenso hasta la cuenca del rio Salado, donde apenas alcanza los 400 mls. Así lo pone de manifiesto el mapa de precipitaciones, aportado por Adel Sierra Norte (gracias).
El comportamiento térmico en la Sierra ofrece fuertes contrastes. En los meses de invierno, Cantalojas marca la temperatura mínima de la provincia, superando con facilidad los -10º. Las temperaturas medias de enero son inferiores a 2º en las cuencas altas del Jarama y del Sorbe, que van subiendo conforme bajamos hacia el sur hasta alcanzar una temperatura tibia en rañas, campiñas y terrazas fluviales.
El calor sigue una distribución similar a la que se ha expuesto para el frío. En verano los contrastes de temperatura superan con frecuencia los 20º-25º entre día y noche, en muchos lugares. En las horas centrales del día se superan los 32º y por la noche bajan de los 12º. Esto explica por qué el aire acondicionado no ha tenido éxito en la comarca y la sugerencia de llevar manga larga por las noches.
En definitiva disfrutamos de un clima continental, con influencias atlánticas y el soplo mediterráneo, matizado por la orografía de la Sierra Norte (agudizado en la altura y templado en los valles). Y presumimos del aire más limpio de Europa (Campisábalos).
Esta comarca presenta una clara diferencia entre umbrías (cara norte) y solanas (cara sur), como corresponde a un clima mediterráneo. Esto, unido a la altitud determinan que unas especies y no otras se establezcan en un lugar (pisos bioclimáticos): mesomediterráneo (<1.000 mts, donde predomina la encina), supramediterráneo (1.000-2.000 mts, robles y melojos) y oromediterráneo (>2.000 mts, piornos y brezos).
Esta disposición es relativa, ya que en zonas poco expuestas al sol y escasa humedad, las encinas sustituyen a los robles; cuando la diferencia térmica es alta y el suelo pobre lo hacen las sabinas (Almiruete). La acción continuada del hombre (desde hace 42.00 años) para la construcción, el carboneo y pastos ha transformado el paisaje vegetal de la Sierra.
Por ello los bosques no son extensos aunque si variados: encinares (Tamajón y La Mierla), robledales (Tortuero), quejigares (Monasterio de Bonaval), fresneras, choperas y olmedas (a orillas de ríos, procedentes de la repoblación del siglo XVIII), … Mención especial merecen el Hayedo de Tejera Negra, (el más meridional de Europa), y los extensos pinares de repoblación (silvestre y resinero)
Donde el bosque está ausente y dependiendo de la altura, su lugar lo ocupan el monte bajo (jaras pringosas, aliagas, gayuba, zarzas, brezos, plantas aromáticas), las tierras de cultivo (cereales que conviven con encinas, robles, olivos y frutales) y los huertos a orillas de ríos y arroyos.
El geranio del Paular, especie endémica y en peligro de extinción (Cerros de La Miñosa), las turberas y la planta carnívora Drosera (Reserva del rio Pelagallinas) son auténticos tesoros botánicos. Hay también 9 especies amenazadas y vulnerables que sobreviven en lugares recónditos de la Sierra Norte y que todos debemos proteger.
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La riqueza faunística de esta comarca es muy interesante, debido a la variedad de ecosistemas, la protección (P. N. del Rio Dulce y Sierra Norte), el acotado de caza y pesca y la menor degradación del medio ambiente (por la despoblación). Se han contabilizado 225 especies (sin considerar invertebrados); el 80% son aves.
Los mamíferos más frecuentes son corzos (introducido en los 80), jabalíes, ciervos (introducido recientemente), ardilla, conejo, liebre, zorro, tejón, jineta, meloncillo y nutrias (aguas limpias). Comienzan a verse cabras hispánicas (de Somosierra) y lobos (gracias Europa Press por la foto) que aún no son residentes. Varias sub-especies endémicas de murciélagos habitan en nuestras cuevas.
Las aves rapaces tienen aquí su habitat: buitre leonado, águila real, halcón peregrino, águila perdicera, alimoche, … De las nocturnas destacan el autillo y el búho real Hay zancudas (garzas, garcetas,…), aves de llanura (codorniz, perdiz, …), de arboleda (tórtolas, picapinos,…), de ribera (patos, martín pescador, …), de roca (abejarrucos, torcaces,…), urbanas (aviones, golondrinas,…) y cantoras entre las que destacan ruiseñores, jilgueros, verdoncillos,…
De los anfibios destacan la rana patilarga, ranita de San Antonio y el sapo partero. Lagartos verdinegro y ocelados (especies amenazadas), víbora hocicuda, culebras bastardas y de escalera, galápago europeo (en peligro extinción) son los reptiles más representativos. Tenemos bogas, barbos, trucha común (autóctona y pura genéticamente), …
Los insectos alegran nuestros campos: abejas, caballitos del diablo,… Algunas sub-species endémicas como el pseudoecorpión hiberus (un arácnido con aspecto de escorpión que ha perdido la cola), escarabajos comedores de hojas y la libélula mercuriale están presentes en la Sierra. Al igual que mariposas endémicas de nuestro país y en peligro de extinción: Isabelina, la doncella de ondas rojas y apollo parnasio .
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El cañón del Jarama, el arroyo de la Vega, Los Enebrales y el Barranco del Sorbe son considerados “Santuarios de la Prehistoria”. Existen muchos cuevas y abrigos prehistóricos diseminados por la Sierra. En el Paleolítico, el hombre seguía a las manadas. Su alimentación se basaba en la caza, el carroñeo y recolección de frutos. Un cazadero por despeñamiento (50.000 a.c) en Peñamira, restos del hombre de Neardental (40.000 a.c.) y pinturas rupestres de rinocerontes lanudos y felinos (en la Cueva del Reno, 18.000 a.c) son ejemplos.
Durante el Neolítico (6.000 a.c.) comenzó la ganadería y el pastoreo. El hombre aprendió a cultivar cereales y surgió la cerámica; habitaban en cuevas y poblados al aire libre, apareciendo las sociedades organizadas. Se han hallado cerámicas y pinturas rupestres. A destacar la Loma del Lomo en Cogolludo.
En la Edad de Bronce (2.000 a.c.) armas y herramientas se perfeccionan, surgiendo los objetos de adorno. Los grupos sociales se diferencian: agricultores, artesanos, guerreros,… y aparecen las clases dirigentes Los poblados están en lugares estratégicos, algunos fortificados (en la Sierra hay algunos) y surgen y los enterramientos individuales.
En la Edad de Hierro (750 a.c.) la agricultura adquiere importancia, se domestican caballerias y aves de corral y nace el torno en la cerámica. Surge una élite guerrera y los muertos se incineran, guardando las cenizas en urnas. Unos poblados (celtíberos) se ubican en zonas elevadas y se fortifican (castros); otros se situan en las vegas fértiles. Perduran hasta los romanos; construyen sobre ellos y/o son ocupados siglos después. Hay decenas de poblados en la Sierra, a destacan el Cerro Otero en Alcolea de las Peñas.
La población serrana (celtibérica) en el siglo I a.c. era escasa, inferior a la actual, y con una distibución bastante parecida: la zona occidental, más agreste y con pocos habitantes, concentrados en poblados estratégicos (castros) que controlaban las vias de comunicación. Los romanos los mantuvieron como puestos de vigilancia.
La zona central y oriental estaba más habitada, con los poblados ubicados en las vegas. Muchos siguieron habitados, y otros fueron abandonados durante la conquista para construir en las cercanías otro poblado, si bien algunos fueron reocupados en los siglos IV y V como granjas agrícolas.
Con la construcción de la calzada romana que unía Mérida con Zaragoza, surgieron pueblos (Segontía) aprovechando cruces de caminos y/o el paso de ríos. Igual ocurrió con el ramal que unia esta calzada desde con Almazán (Paredes) y con el que iba hacia Tiermes. En el Bajo Imperio (siglos III-V) se construyeron granjas agrícolas y ganaderas (cercanías de Atienza). De esta época nos han quedado tramos de la calzada romana y ramales (Miedes de Atienza) asi como el puente de San Andrés del Congosto.
La conquista de la Sierra Norte por los visigodos (finales del siglo V) apenas afectó a sus habitantes, ya que solo ocuparon los lugares más poblados (Sigúenza) y no han dejado rastro. De esta época son las primeras cuevas eremíticas de Hijes y Ujados.
El grueso de las tropas árabes que llegaron a la península en el año 711 era bereber. Acabada la conquista, se establecieron en la Sierra Norte, dedicándose al pastoreo de cabras y ovejas. Fundaron sus poblados en lugares próximos a fuentes de agua (Albendiego, Alboreca,…). El clan de los Banu Salin fue predominante en los siglos IX y X.
Los musulmanes construyeron un conjunto de castillos y torreones en lugares estratégicos, que se comunicaban entre si, para defenderse de las incursiones cristianas (antes de la conquista en 1.085), la llamada Marca Media. Este es el origen de muchos castillos de la zona: Riba de Santiuste, Atienza, Sigüenza, Inesques, Cogolludo, Beleña, …
Hubo torreones en muchos lugares a los que dieron nombre (Tortuero, …) y aún quedan algunos vestigios (San Andrés del Congosto, Castillejos, …) De esta época nos queda una auténtica joya, el puente de Beleña de Sorbe. Desde la lejanía en esta pedanía son reconocibles los límites de la alcazaba, donde hoy se ubica el castillo y la iglesia románica.
En el siglo X, la zona cobra importancia, cuando Atienza se convierte en cuartel general del gobernador de la Marca Media, el general omeya Ġālib (fundador de Galve de Sorbe). En 946, el califa de Córdoba Abderraman III ordenó la reconstrucción de Medinaceli, que pasó a ser capital de la Marca Media. Así continuó hasta la conquista definitiva (de 1.085 a 1.125) por el reino de Castilla.
Tras la Reconquista comenzó el proceso de repoblación para asegurar la estabilidad de la frontera (Xarama). En primer lugar se fortalecieron lugares ya habitados (Beleña, Atienza, Cogolludo,…) y ya en el siglo XII se crearon aldeas en las zonas más fértiles y con agua, donde se instalaron colonos del norte, atraídos por la posesión de tierra y la exención de impuestos.
A mediados de siglo, una segunda fase se centró en los bordes montañosos, creando aldeas aprovechando chozas de pastores y potenciando las ya existentes, dependientes del rey. Durante los siglos XII y XIII se van organizando los Comunes de Villa y Tierra, que agrupaban aldeas próximas. El rey definía los límites y señalaba una villa como cabecera, otorgándole fuero propio bajo parámetros feudales.
En la Sierra Norte existieron los Comunes de Uceda, Atienza, Ayllon y el obispado de Sigüenza, entre otros. De ellos se fueron desgajando Señorios (Ducados, marquesados, condados,…) que el rey donaba a grandes señores como pago por su ayuda en la Reconquista. Así surgieron los Señoríos de Jadraque, Galve, Tamajón, Beleña, … que estuvieron vigentes hasta mediados del siglo XIX.
Pero los colonos de la Sierra se decepcionaron pronto. El rendimiento de los campos era escaso, los contratos anuales y la renta la fijaba el propietario. Epidemias de peste, sequías y hambrunas, unidas a nuevas oportunidades en zonas fronterizas, provocaron su huida dejando algunas aldeas despobladas para siempre (Despoblados). Para evitarlo a partir del siglo XIII, se impuso que el colono debía tener casa, huerto y era.
La repoblación con gentes del norte, siglos XII y XIII, propició la llegada del Románico a la Sierra Norte, justo cuando empezaba a ser sustituido por el Gótico (tardo-románico). La fundación de una aldea comenzaba por la construcción de la iglesia, más o menos importante, en función de su economía.
A los lugares ya habitados (Atienza, Beleña, …) se les dotó de iglesias que mostraban su poder y/o el del Señor. Canteros y maestros experimentados en el Camino de Santiago bajaron con los colonos y dejaron su marca en la piedra (signos iguales indican misma hermandad). El maestro era el arquitecto y director de obra, mientras los canteros más expertos se encargaban de columnas, capiteles, arquivoltas, arcos y ventanas. La mano de obra no especializada era del lugar.
Los sillares se desbastaban y pulían en la cantera; primero daban forma al bloque, luego lo dejaban plano y más tarde lo alisaban. Así obtenían hiladas de sillares y esquinas contrapeadas de formas geométricas. La duración de la obra y las vicisitudes económicas propiciaron la continuación y/o reformas con elementos mudéjares, góticos, renacentistas y barrocos ( la iglesia de San Martín Obispo en Alcolea de las Peñas es un claro ejemplo)
Pero conservamos auténticas joyas, imprescindibles para conocer la Sierra Norte (visibles en la Ruta del Románico y la otra Ruta del Románico), además de numerosos elementos de este estilo (galerías porticadas, canecillos, pila bautismal, portada, espadaña, … muy reconocibles. El éxito de este estilo fue tal que sus métricas se siguieron utilizando hasta bien entrado el siglo XVI (Románico rural), del que Santa Maria del Vado es un bello exponente.
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La creación de La Mesta en 1.273 ayudó a completar las aldeas con la construcción de corrales, cañadas (que vertebró la Sierra Norte) y descansaderos para el ganado (laguna Cantarranas de Tamajón); grandes bosques de robles, encinas, hayas y enebros cubrían la zona. El auge de la ganadería, la presión demográfica, la necesidad de leña, la tala de bosques para pastos y cultivos provocaron la deforestación de la comarca.
Lo extenso y duradero del Románico en la Sierra Norte hizo que el Gótico fuese menos visible y más tardío (llegó hasta el siglo XVI). Algunas iglesias que se iniciaron románicas, albergaron en su interior auténticas joyas góticas (la Catedral de Sigüenza y el Monasterio de Bonaval). La iglesia de Valdepeñas de la Sierra, y las esculturas de la Virgen de la Paloma y el Cristo (hoy en la iglesia de Retiendas, procedentes de Bonaval), son representativos.
El gótico brilló en la Sierra Norte a través de obras civiles: los puentes de Valdesotos, Tortuero y Cañamares son un ejemplo. El recinto amurallado de Palazuelos, tramos de las murallas de Atienza, Cogolludo y Sigüenza nos sirven de muestra.
Los castillos de Galve de Sorbe, Atienza, Guijosa, Riba de Santiuste y Sigüenza (hoy Parador Nacional) son nuestras joyas. Mención aparte merece el Castillo del Cid en Jadraque, castillo residencial del siglo XV.
En el siglo XVI se produce una explosión demográfica y económica de la Sierra Norte, que coincide con el el auge de la familia Mendoza en la zona. Se construyen iglesias y se reforman otras, se les dota de retablos, esculturas y cuadros, … de estilo renacentista (plateresco) que se combina con el gótico tardío. El Doncel en la Catedral de Sigüenza y el Sepulcro el Dorado en Jirueque son preciosos ejemplos.
Iglesias de inspiración románica y/o gótica se derruyen (total y/o parcialmente), y en el mismo lugar se construye nueva iglesia, representativa de la pujanza del pueblo (a veces supera su objetivo con creces), reutilizando materiales (por ello se ven marcas románicas en algunos sillares). La iglesia de Tamajón con verja y retablo de la capilla de los Montúfar,y púlpito plateresco (de Covarrubias) es un ejemplo.
El casco urbano de Tamajón fue construido de nuevo siguiendo el modelo urbanistico de Los Reyes Católicos aplicado en Santa Fé y que tanto éxito tuvo en las Américas. Su impulsor fue el Señor de Tamajón, un Mendoza, que participó en la guerra de Granada.
Se fundan conventos (Cogolludo, Tamajón, Siguenza,…), se reconstruyen murallas y castillos, modernizando el casco urbano. A mitad del siglo aparecen las primeras ermitas a la entrada/salida de los pueblos, con el mismo patrón, costeadas por suscripción popular (efecto de la Contrareforma).
Se incorporan Plazas Mayores (Cogolludo, Atienza y Siguenza,…) para celebrar festejos taurinos, alrededor de los cuales se construyen bellos palacios y casas señoriales, muy visibles en cualquier pueblo. Pero la joya del Renacimiento, sin duda es el Palacio de los Duques de Medinaceli en Cogolludo, el primero de su estilo en España (1.504) y con unos maravillosos interiores. Imprescindible.
La roturación de nuevas tierras, las epidemias, el aumento de nacimientos y la decadencia propia del Barroco afectaron a esta tierra, más si cabe que al resto del país, por la marcha de la familia Mendoza a Madrid. Solo el impuesto de la sal (año 1.636) que potenció las salinas de Imón, La Olmeda, … lo paliaron algo. La economía de la Sierra Norte se resintió y apenas se afrontaron nuevas construcciones.
Las iglesias de San Juan Bautista (Jadraque), de Monasterio, de Pálmaces de Jadraque, la ermita de los Enebrales (Tamajón) (del siglo XVII), y la iglesia de Puebla de Valles (XVIII) son excepciones. Continua la construcción de las iglesias comenzadas el siglo anterior (Arbancón) y se completan los interiores con bellos decorados en altares mayores (Bañuelos), retablos (Medranda y Santiuste) y capillas.
Durante las epidemias (peste, cólera,…) que azotaron el país en el siglo XVIII, las parroquias rurales actuaron como pequeños hospitales. El rey ilustrado Carlos III ordenó que el interior de las iglesias fuesen encalados y prohibió enterramientos dentro de ellas y/o en su exterior. Se construyeron cementerios en las afueras, muchos junto ermitas de la Soledad construidas anteriormente y que actuaban como capillas.
La construcción civil, a comienzos de siglo vive un cierto auge con la construcción de palacios y casas señoriales que embellecieron el casco urbano de los pueblos serranos. Al utilizarse materiales de la tierra, resultan muy vistosas ya que se integran en el entorno. El palacio de los Montúfar en Tamajón y el de los Beladiez en Miedes de Atienza sirven de ejemplo. La fábrica de vidrio en Tamajón (siglo XVIII) y algunos molinos (Bonaval, hoy en ruinas) son otros ejemplos.
Tiempos convulsos que afectaron a la Sierra Norte. Durante la Guerra de Independencia, los guerrilleros del Empecinado tuvieron aquí su campo de batalla (y en Cogolludo su cuartel general). Si a esto añadimos el absolutismo, el liberalismo, las guerras carlistas, las convulsiones de la I República, la vuelta a la monarquía, las guerras coloniales, … se comprenderá que esta tierra quedara exhausta.
La guerra con los franceses, las desamortizaciones liberal y de Mendizabal provocaron el abandono de monasterios (Bonaval) y conventos (Franciscano de Tamajón), ya muy dañados, así como la pérdida de innumerables muebles, pinturas, ropajes, alhajas y elementos litúrgicos. La construcción de la iglesia de Cendejas de Enemedio en este siglo es una rareza.
El fin de los Señoríos y la independencia de los municipios (1.834) creó ciertas expectativas que pronto se vieron cercenadas por la desamortización de Madoz (que afectaba a bienes comunales) que empobrecieron a nuestros pueblos. Perdieron los bienes propios que pasaron a manos de especuladores. Algunos fueron recuperadas por el pueblo (previo pago) pero otras cayeron en desuso y acabaron en ruina. Especialmente aquellos que no ofrecían una rentabilidad inmediata (castillos, torreones, ermitas, …)
A mediados de siglo se descubrió plata en Hiendelancina y la “fiebre de la plata” recorrió la Sierra Norte. Hubo catas en la mitad del territorio y se pusieron en explotación minas en La Bodera, Villares, Semillas, La Nava de Jadraque, … Hiendelancina que se convirtió en la capital de la comarca, superando los 5.000 habitantes.
Las presas de La Parra y Navarejos (Alpedrete, en Valdepeñas de la Sierra), construidas en 1.860 con bloques de caliza sobre el río Lozoya, para llevar agua para Madrid, conservan tomas, canalizaciones, minas de ataque, edificios auxiliares … algunas en ruinas.
Las salinas (Imón, Olmeda de Jadraque, …) empezaron a decaer con la supresión del monopolio de la sal (1.869) si bien sobrevivieron hasta mediados del siglo XX y alguna hasta el siguiente. Son visibles ruinas de almacenes, norias, estanques, recocederos, capilla y viviendas de trabajadores de los siglo XVIII-XIX.
La fiebre de la plata llenó la Sierra Norte de pozos, minas y edificios anejos (almacenes, casas, …) cuyas ruinas son visibles en La Bodera, Hiendelaencina, Villares de Jadraque, Semillas, … Construidos con los materiales de la tierra (pizarra, gneis, caliza, madera, …) se integran bien en el paisaje. Para transformación del mineral en plata se crearon centros metalúrgicos con azud, caz y hasta central eléctrica sobre los ríos Cañamares y Bornova.
La Constante en Gascueña de Bornova fue el más importante; algunos años suministró más del 50% de la plata que se producía en España. Albergó altos hornos, central eléctrica, poblado de ingleses, capilla y escuela. La mineria de la plata pasó por momentos álgidos y otros decadentes pero cambió la fisonomía de la comarca. Un museo en Hiendelaencina recoge la historia de la mineria de la plata en la comarca.
El boom de la plata provocó que crecieran fábricas de ladrillos y tejas, ya que resultaban más baratos y manejables en las nuevas construcciones (esto explica por qué en estos pueblos y sus vecinos dorados los antiguos tejados son de pizarra y otros de teja) que luego se extendieron al resto de edificios.
Las convulsiones del siglo XIX potenciaron la conciencia social y el uso común de bienes, sobre todo en la segunda mitad. En casi todos los pueblos se construyeron/rehabilitaron edificios comunales: escuela, molinos de grano, almazaras (molinos de aceite), fragua, hornos, lavadero, puentes, … la mayoría de ellos mediante hacenderas (trabajo vecinal obligatorio y sin paga).
También se rehabilitaron plazas mayores utilizando materiales de edificios en ruinas (Tamajón), se construyeron fuentes (la de Almiruete en honor de Carlos IV) y abrevaderos. Se re-ordenó el casco urbano y los corrales fueron ubicados en la parte alta del pueblo, bien aireados y con el abrevadero cerca (Las Navas de Jadraque) y/o en las afueras, pero en lugar cercano (Semillas).
Mención especial merece Hiendelaencina. Con el poder de la plata construyó un casco urbano nuevo y moderno, incluyendo iglesia y Plaza Mayor, que ocupó la burguesía surgida de esta actividad minera. Se mantuvo la parte antigua (de pizarra negra) que siguieron ocupando las clases populares.
En el siglo XIX, se generalizó el revoque de fachada en casas señoriales y de las otras, como símbolo de prosperidad de la familia, tanto en las nuevas como en las construidas con anterioridad. Aún son visibles en nuestros pueblos, entre magníficas casas de pizarra, gneis, caliza, … En Pálmaces de Jadraque están serigrafiadas con escenas de la vida cotidiana y de caza.
Cada familia tenía bodega propia, habituales a partir de mediados del siglo XIX. Excavadas en la roca y/o en la arcilla aprovechando una ladera, son pequeñas y la puerta de entrada en forma de arco, de medio punto y/o de herradura (reminiscencias mudéjares). En el interior tinajas para el aceite y el vino. En muchos lugares, la bodega estaba bajo la casa
Las primeras décadas del siglo transcurrieron igual que en los últimos años del siglo XIX. La población se mantuvo estable en muchos lugares, creció en otros (los menos) y en los pueblos mineros sufrió oscilaciones importantes, según evolucionaba la plata. En los años 20 aumentaron el número de jóvenes que se marchaban del pueblo: las chicas de criadas a Madrid y los mozos a la mili (obligatoria desde 1.912).
La llegada de la República (1.931) tuvo impacto en algunos pueblos que mejoraron sus infraestructuras (Puebla de Valles obtuvo puente y fuente) y edificios (escuela en La Mierla). En 1.914 comenzó la construcción del Pantano del Vado, que sufrió parones y reanudaciones. Se terminó en 1.954 (igual que el de Pálmaces) con el trabajo de penados y gentes del lugar, provocando el abandono del pueblo El Vado que cubrieron las aguas (luego fue arrasado)
El frente de la guerra (in)civil en la Sierra (nacionales este, republicanos oeste) estaba así: desde Beleña por el río Sorbe hasta cerca del Pozo de los Ramos, luego cruzaba hasta el Jarama por encima de los Enebrales y presa del Vado. Seguía por encima de Valdepeñas hasta el límite con Madrid. Algunos lugares se abandonaron para siempre (Sacedoncillo, La Romerosa) y otros destrozados (Aleas). Los pueblos más próximos al frente fueron evacuados y restituidos al acabar la contienda.
A efectos prácticos, debido a la guerra y a sus consecuencias, el modo de vida de los pueblos serranos y sus gentes permaneció inalterable durante décadas … hasta el gran éxodo que comenzó en los años 60. Salvo excepciones: Sigüenza, Tamajón, … disfrutaron de luz y teléfono (este último gracias a la construcción de El Vado) en los primeros años de la posguerra, así como de carreteras de acceso.
El desarrollismo de los años 60 provocó que los pueblos se quedaran vacíos mientras las ciudades se masificaban. Aquí el impacto fue brutal debido a pobreza de la tierra, malas comunicaciones y ausencia de servicios (electricidad, agua corriente, electrodomésticos, …) que nunca llegaron. En pocos años la comarca perdió el 90% de sus habitantes.
Muchos pueblos estuvieron al borde de la desaparición (<5 habitantes permanentes) y algunos pasaron años vacíos, aunque luego se recuperaron: La Vereda, Roblelacasa, Muriel, Beleña, … El caso de Fraguas resulta esperanzador: unos jóvenes lo intentan recuperar después de 50 años abandonado.
Otros muchos fueron abandonados para siempre. Más de 30 hemos contado (Jócar, La Iruela, Las Cabezadas, …). Solo quedan ruinas, donde apenas son reconocibles calles, plazas, fuente, iglesia, corrales,…Cada uno tiene una historia y argumentos que justifican su abandono. Hoy son una parte fundamental de nuestro patrimonio que nos recuerdan como era la vida antes.
Pero no todos fueron efectos negativos. La naturaleza se ha mantenido salvaje, auténtica, … lo que realza la belleza de los paisajes. La mano del hombre apenas ha intervenido, aunque ha cambiado fisonomia de la Sierra Norte para siempre con la construcción de embalses (Alcorlo, Atance, Beleña, Pálmaces y El Vado) y la reforestación de miles de Has con pinos.
ICONA declaró “perímetros de reforestación obligatoria” grandes superficies de la Sierra Norte. La subida de la contribución y la despoblación provocaron que comprara, a bajo precio, tierras y casas (incluso pueblos enteros). Otras veces simplemente las expropió y destruyó el casco urbano (salvo iglesia y cementerio) con maquinaria pesada para evitar que los vecinos regresaran, cuando no con tanques y maniobras militares.
Actualmente la Sierra Norte tiene una población de 12.000 habs distribuidos en 79 pueblos y 85 pedanías para un territorio de 3.000 kms2.. Sigüenza (4.500 has), Jadraque (1.500) y Cogolludo con 500 habs, son los más importantes. Hay 12 pueblos con > 100 habs y 22 pueblos> 50 habs. El resto no llegan a esta cifra.
Tras la despoblación de los 60, comienza la recuperación de la Sierra Norte a mediados de los 80 . Vuelven los hijos de la tierra y restauran la casa de sus padres como segunda residencia. Se recuperan fiestas ancestrales (botargas, danzantes) y fiestas (romerías, fiestas patronales). Llegan infraestructuras básicas : electricidad, agua corriente, teléfono, carretera asfaltada, … Se recuperan y organizan servicios básicos (sanidad, comercio, educación,…)
A finales de los 80, con el boom económico la Sierra descubre su rico patrimonio y lo va recuperando con ayuda de las Administraciones. Los vecinos se van reconociendo en su historia y ponen en valor sus monumentos. Hacia el año 2.000 los hijos de la tierra se van jubilando y pasan largas temporadas en el pueblo. Recuperan labores, recetas, costumbres, … y se fortalece la convivencia entre los vecinos. Atraen a familiares, amigos y jóvenes urbanitas que promueven la protección de espacios naturales.
Se restauran viejas construcciones que conectan con la tradición y la historia. Vecinos y ayuntamientos protegen la fisonomía de su pueblo, identificado por tipo de construcción y materiales. Así se recuperan los pueblos coloraos, la arquitectura dorada, los pueblos negros, …
A comienzos del siglo XXI llega el turismo rural que actúa de motor de desarrollo. Surgen alojamientos al alcance de todos los bolsillos, actividades de turismo activo y una rica gastronomía. Con el turismo llegan nuevos pobladores y nuevas ideas. Así surgen actividades y eventos culturales diferentes. El objetivo es atraer visitantes para mantener viva y autentica la Sierra Norte.
Sorprende la diversidad de costumbres y tradiciones, muy diferentes entre sí incluso entre pueblos vecinos, que solo se justifican por razones geográficas, históricas y el paso del tiempo. En unos pueblos hay danzantes (Majaelrayo, …), en otros botargas (Arbancón,…) pero en otros muchos no hay. Puebla de Valles sirve de ejemplo: en sus vecinos hubo/hay botargas (Valdepeñas de la Sierra, Tortuero, Valdesotos, Retiendas) y danzantes (La Mierla), pero aquí nunca los hubo.
Una explicación razonable es su origen, la repoblación con gentes venidas del norte durante los siglo XII y XIII. Según parece, cada clan familiar se establecía en un pueblo, con sus costumbres y tradiciones que fueron evolucionando de forma peculiar. El sincretismo con la vida cotidiana y el cristianismo, hicieron que en cada lugar fuesen diferentes debido al aislamiento. La machada de Bocígano (rito pastoril y único en la Sierra) sirve de ejemplo.
Algunas leyendas están conectadas directamente con la historia del lugar (Altorey, tesoros) y/o de personajes que por allí pasaron (El Cid). Pero también con la llegada de habitantes de otros lugares (moros, asturianos) y las peculiaridades del entorno. Las costumbres y tradiciones están muy pegadas a la tierra, al ganado y a una forma de vida que ya ha desaparecido, por lo que difícilmente pueden ser tal como eran.
Con la despoblación, muchas se perdieron para siempre y ya son irrecuperables. Otras se han recuperado y/o mantenido gracias al esfuerzo de asociaciones culturales y de vecinos, aunque han perdido algo de su pureza, lo que no les quita un ápice de valor. Si en Almiruete solo participaran solteros (como antes), nunca se hubiera recuperado la fiesta de Botargas y Mascaritas.

El teatro ha estado presente en la Sierra desde la Edad Media. En Sigüenza el escenario era el crucero de la Catedral, tanto para obras religiosas como profanas. Con el tiempo pasaron a representarse en la Plaza Mayor, cuyas casas (del Cabildo y de la nobleza) disponían de balcones para ver los espectáculos.
El Concejo y la baja nobleza litigaron 100 años con el Cabildo por su derecho a un mirador para el teatro. En 1.619 aprobó la construcción de un Patio de Comedias en el Hospital de San Mateo. De 1.621 a finales del siglo XVIII acogió numerosas obras, hasta que fue transformado en 2 viviendas. En 1.917 se inauguró el teatro El Pósito que mantiene la tradición teatral en Sigüenza.
En 1.550 pasó por Cogolludo la compañía de Lope de Rueda, aunque no constan las obras representadas. Allí conoció a su esposa, por entonces amante del duque D. Gastón. Hay constancia en 1.642 de la contratación de 2 representaciones en Tamajón (22 y 23 de junio), con bailes y entremeses.
En algunos pueblos hubo teatro de tipo religioso en diferentes épocas, representados por los niños de la escuela (Hiendelaencina, finales del siglo XIX) y por influencia del cura de turno (en Puebla de Valles en 1.927 y en los años 40). Las Misiones Pedagógicas de 1.932 representaron obras sencillas en varios lugares, con un escenario ambulante, de fácil montaje, sobrio de fondos y ropajes.
Con la despoblación el teatro desapareció, si bien se está recuperando. En Arbancón celebra en diciembre un Certamen de Teatro Aficionado, hay una programación interesante en “el Teatro Las Candelas” y existe una Agrupación Teatral que recorre nuestra geografía representando a los clásicos.
Con las Misiones Pedagógicas (1.932 ), que recorrieron 14 lugares, llegó el cine a a la Sierra Norte. Se proyectaron películas, utilizando un proyector conectado a un generador, ya que no había electricidad.
De finales de los 40´s, en algunos pueblos se recuerda que el peliculero venía en un camión desvencijado y aparcaba en la plaza; con una trompeta anunciaba película y precio, ajustado con los mozos. La pantalla era una sábana, el proyector funcionaba a manivela y el público se sentaba en la silla que había traído de casa. En los descansos, el peliculero vendía papeletas para una rifa y así aumentaba ingresos.
El cine mudo estuvo vigente hasta finales de los 50´s: películas del oeste, de romanos,… El peliculero contaba la acción con más voluntad que acierto: “los tártaros avanzaban hacia la capital de Moscú” decía en una escena del Correo del Zar. Cuando llegó el cine sonoro cambiaron precio y peliculero, pero el resto continuó igual hasta la despoblación. Ahora en algunos pueblos hay cine de verano.
Al menos 16 películas fueron rodadas en la Sierra Norte: El médico a palos, Agustina de Aragón, Con el viento solano, Las Troyanas, Cartas de amor a una monja, El caminante, El viaje a ninguna parte, La guerra de los locos, La marrana, La pasión turca, 99.9, Flores de otro mundo, Lázaro de Tormes, Guerreros, El florido pensil,…
Las localizaciones de estas películas son espectaculares, pero no son los únicos paisajes de cine; la organización Castilla-La Mancha Films Commission ayuda a los productores a encontrar y gestionar los lugares más adecuados para el rodaje.
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Hay innumerables anuncios rodados en la Sierra Norte. Imposible identificarlos todos; algunos resultan inolvidables (el abuelo de Majaelrayo). Series muy conocidas se rodaron aquí: La Máscara Negra, Goya, Réquiem por Granada, Isabel, “El Hombre y la tierra (Fauna Ibérica)” de Felix Rodríguez de la Fuente, La Sima, …
Hay numerosos documentales que resaltan sus valores, entre ellos La Sierra Norte vista por Luis Monje. Adicionalmente hay una colección de vídeos etnológicos y festivos (>30), bajo el nombre “De Antaño a Hogaño”, dirigidos por el etnólogo Pedro Vacas y editados por Tv Guadalajara Digital.
El NODO (visible en TVE a la carta) recoge la inauguración de los pantanos del Vado y Pálmaces por Franco (5 julio 1.954) y del Canal del Jarama, el 11 de julio de 1.960. El Certamen de cine anual “Viajes del Ocejón”, se celebra el segundo fin de semana de Noviembre, y desde 2.009 acoge una selección de cortos de calidad, a pesar de no ofrecer premios en metálico.
La Asociación de Propietarios de Turismo rural organiza el Certamen de Cortos Sierra Norte de Guadalajara (en 2.018 se celebró la II edición), visibles en esta web.
Una de las mayores riquezas de la Sierra Norte de Guadalajara es su patrimonio etnográfico: tradiciones, costumbres, fiestas ancestrales,… que forman parte de nuestro acerbo cultural. De muchas existen documentales. Pio Caro Baroja en 1.965 rodó “A caza de botargas”, en b/n naturalmente.
Pedro Vacas, etnógrafo y TV Guadalajara realizaron una serie de documentales “De Antaño a Hogaño”, de 25´de duración. Todos están en Youtube, y podemos establecer una clasificación por temas:
- Tareas en el campo: Dallar hierba, Labranza, Trashumancia desde antaño, Los cabreros del Altorey, Los pastores de nuestra sierra, Las Colmenas, Recogiendo setas, Setas de otoño.
- Tareas en el pueblo: La escuela, El lenguaje de las campanas,Molino de harina, Las migas de Jadraque . (La fragua y la construcción en pizarra y caliza de pueblos negros y dorados, están recogidos en los documentales de Adel Sierra Norte)
- Fiestas tradicionales: Las caridades, Las Águedas de Cogolludo, La Ronda de la Huerce, Los arcos de San Juan de Sigüenza, Las hogueras de San Juan de Sigüenza, Romería del Santo Alto Rey, El Ordial y su tambor, Los Cencerrrones de Cantalojas.
- Botargas y danzantes: La Botarga, Las Botargas, La Botarga de Retiendas, Las Botargas y Mascaritas de Almiruete, Danzas de Majaelrayo, Las danzas de Galve de Sorbe, Danzas de la Huerce, La danza de Condemios de Arriba.
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La carne de ternera (Ternera Guadanorte), ovino y caprino, en asado o caldereta, son parte esencial de nuestra gastronomía serrana, si bien se tomaban en fiestas y grandes celebraciones. Los asados de cabrito y lechazo gozan de justa fama; cada pueblo tiene su receta que los hace únicos.
Los productos de la matanza (cada familia criaba su cerdo) permitían aguantar el invierno y era sustento de pastores y labriegos (junto al queso): jamones, chorizos, morcones,…. La pesca de bogas, barbos, truchas, anguilas, … aumentaba la despensa con los peces en escabeche y/o servían de cena.
La Sierra siempre tuvo excelente caza menor; las piezas cobradas se conservaban en escabeche (perdices, codornices, torcaces, …) y/o aceite (pajarillos de todo tipo). También se tomaban estofadas y/o en guisos de judías (al igual que conejos y liebres). Hoy son fundamentales en nuestra mesa.
Pucheros de matanza, cocidos, migas, gachas, judías y patatas guisadas formaban parte de la dieta cotidiana de nuestros antepasados y son un exponente de nuestra gastronomía. Productos silvestres, en tortilla, en guiso y/o revueltos, tales como cardillos, pucharacas, trigueros, sarceros, mocosos, collejas, además de setas (de cardo, boletus, níscalos, colmenillas, capirotes, de chopo, … ) para variar el menú.
Verduras del huerto y vinos tintos acompañaban estos platos. Antaño lo hacían también licores hoy desparecidos (vino de nueces, aguamiel, licor de guinda,…) y una variada gama de frutas y postres (mantecadas, puches, compotas, membrillo,…) Hoy además podemos presumir de agua mineral, de un restaurante con 1 Estrella Michelín, de los mejores asados de la región y unas magníficas patatas bravas.