Este espacio protegido (declarado monumento natural en 1.996) y poco conocido, debe su belleza a la conexión del Sistema Central con el Ibérico, hace 250 millones de años. Las calizas multicolores y la aridez del páramo, a 1.500 mts de altitud, contrastan con la laguna de Somolinos, situada a pocos metros. De origen glaciar es alimentada por el río Bornova que nace en las cercanías. Por aquí vuelan el buitre, el alimoche y el águila real.
En el manadero del Bornova (el agua brota del suelo) sale una ruta recorre los rincones más hermosos de la Sierra de Pela; al otro lado de la CM-110, otra senda que asemeja un vergel, bordea la laguna para observar zampullines, pollas de agua y garzas real, además de anfibios y reptiles que viven en sus orillas. El silencio y su singularidad convierten este paraje en imprescindible.