
Esta romería, que se celebra el Domingo de Pentecostés, sería una más si no fuera porque, a pesar de que Jócar fue abandonado en 1.966, sus hijos y descendientes acuden cada año a festejar a su patrona. La ermita está situada a 500 mts del pueblo en medio del pinar: un edificio rustico y sencillo, construido a la vieja usanza con vigas de madera y encalado, de tres naves, que se engalana para la ocasión.
Se reúnen más de 100 personas, desde niños de pecho hasta abuelos de 90 años que no renuncian a sus raíces. A pesar de la dispersión, mantienen vivo su recuerdo y su ermita en este día tan especial, por lo que supone de reencuentro. Luego se van a comer juntos para fortalecer lazos y el amor a su pueblo.
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